Uno de los grandes dilemas del consumidor tecnológico es quizá la saturación de variedad que existe. Si ya de por sí a veces es complicado tener un presupuesto para poder gastarse en un «capricho» como puede ser una tablet, más difícil es tener que elegir entre el centenar de dispositivos que se encuentran hoy día en el mercado. Pero por si esto no fuese suficiente, si le sumamos el auge del comercio electrónico, las posibilidades de comprar a países que están al otro lado del charco y sobre todo, la capacidad que tienen los países asiáticos de copiar tecnología de consumo a unos costes muy reducidos, el dilema aumenta por momentos.
Yendo un poco más al grano, no nos solemos fiar de las tabletas que vienen de los países asiáticos, por miedo a que nos mientan en sus características y luego comprobemos en nuestras carnes que, como dice el refrán y el título de esta entrada, «lo barato, salga caro». Pero también puede resultar que no siempre sea así, y que no pagar el doble porque aparezca la firma de Samsung o Google, puede sacarnos de un apuro cuando nos conformamos con algo más que con el iPad de Apple y el Eee Transformer de Asus.
Toda esta palabrería a modo de reflexión viene dada por el hecho de que hace poco me convertí en poseedor de una tablet «china». Un clon de esos que todo el mundo teme tener por miedo a que no sea lo que esperaba. Y mientras realizo una review exhaustiva para este blog, he decidido compartir con todos vosotros esta experiencia, para intentar sacar de dudas a los que habéis pasado por esta situación.
Leer más